Tòfol
Tobal
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"...
Fué en el transcurso de los trabajos de campo efectuados del
5 al 7 de mayo de 2002 con Jofre Torelló, cuando observamos
y fotografiamos detalladamente este sector del mazizo. Estacionados
a 2.700m sobre las vertientes meridionales del valle de Paderna,
y con la vista hacia el sector occidental de la Maladeta, me di cuenta
de que desde el Pico Cordier, en dirección norte, sale un
prolongado espolón. Después de un espacio ocupado per
el glaciar, y ligeramente al este, hay una característica
torre de dos niveles, presentando unas paredes septentrionales bastante
verticales, al menos vistas desde lejos.
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La
falta de nombres en este sector és evidente. Por motivos de
trabajo nombré el espolón septentrional, Espolón
Cordier, y esta torre anónima, Torre Cordier, restos de un
circo glaciar, hoy escondido debajo el glaciar occidental del mazizo
de la Maladeta. Mi impresión fué que la Torre Cordier
era francament más alta que el Dién de la Maladeta,
y que por tanto podía llegar o sobrepasar la cota tres mil.
Del
12 al 13 de junio de 2003, Toni Sanz y yo, seguimos la ruta del valle
de Paderna remontando hacia el Pico de Alba, dando continuïdad
al recorrido iniciado con Jofre Torelló el año 2002.
A la altura del Dién de la Maladeta giramos hacia el este
y rodeamos la base de la Punta Delmás, situandonos en la cota
2.960m aproximadamente, continuamos en el mismo rumbo hasta los pies
del espolón norte del Pico Cordier (en este espolón
pueden encontrarse cotas superiores a los Tres Mils metros, y su
travesia hasta el mismo Pico Cordier puede ser de gran interès).
Una
vez sobrepasado el extremo norte de la Punta Delmás, vemos
con toda claridad, en último plano, el extremo meridional
del Pic Cordier con su espolón (Espolón Cordier), a
medio plano nuestra Torre Cordier, y en primer plano el Dién
de la Maladeta. La podemos contemplar con todo lujo de detalles,
pareciendo, pués, que puede ser ascendida con relativa facilidad
por escaladores bién equipados."
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Jordi
Pons
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"...
Como un poco y me rehago del esfuerzo. Después busco alguna
piedra dònde esconder el carrete de fotos que me ha dado
Tòfol con una nota dentro que confirme el acontecimiento.
Mi sorpresa és cuando veo en el límite norte de
la cima cinco piedras bastante bién puestas, como si frmaran
un mojón. Las aprovecho para esconder el carrete con la
nota, pero me quedo un poco decepcionado al pensar que probablemente
aquellas piedras estaban demaisado bién puestas.
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Puede
que alguien ya haya subido anteriorment a este tres mil, pero
nadie lo ha medido ni lo ha representado en ningún mapa.
Aisí pués, pienso que nuestro trabajo és
una deuda que teníamos pendiente todos los motañeros
respecto a esta peculiar cima, y una obligación con el
rigor científico.
Tomo las medidas correspondientes, y bajo muy contento a reencontrarme
con Tòfol. El abrazo és com el que se debian hacer
los exploradores, hace más de cien años, cuando
tenian la ilusión de descubrir nuevas cimas en los Pirineos.
Siempre tendré el recuerdo de esta ascensión que
para mi ha sido muy grande. No muy grande en altitud, pero si
en sensaciones que és lo que me importa.”
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